miércoles, 2 de mayo de 2007

A Andrew Hill, in memoriam

Andrew Hill: la tranquilidad de las cosas bien hechas. Foto: Thomas King.

A España llegan tarde hasta las malas noticias. Hoy aparecía en la edición impresa de El Mundo el obituario de Andrew Hill (Chicago, Illinois, 1931- Jersey City, Nueva Jersey, 2007), formidable pianista y compositor y uno de los fundadores de la corriente post bop.

En trabajos tan memorables como "Black Fire" (Blue Note, 1963) o "Point of departure" (Blue Note, 1964), Hill dotó al be bop de una audaz sofisticación, definiendo con sus complejas líneas armónicas y rítmicas un nuevo estilo que se nutría de otras vías exploratorias como el avant-garde o el jazz modal.

En su período que podríamos denominar de formación pudo acompañar a gigantes como Charlie Parker, Miles Davis o, tras mudarse a Nueva York, Dinah Washington. Sin embargo, desde su potente debut con "Black Fire", Hill se rodeará de consolidados músicos de su generación como Eric Dolphy, Freddie Hubbard, Elvin Jones, Joe Henderson o Tony Williams destinados a entrar en la Historia del jazz.

Pese a que, en mi humilde opinión, lo más interesante –que es mucho- de su discografía son los álbumes publicados para el sello Blue Note entre 1963 y 1969 bajo el ala del Alfred Lion, que lo nombró “su último gran protegido”, en sus posteriores producciones para casas como Freedom, East Wind, Soul Note o Palmetto, Hill mantuvo un alto nivel con destacables aportaciones entre las que se cuentan "Verona Rag" (Soul Note, 1986), "Eternal Spirit" (Blue Note, 1989) y "Dusk" (Palmetto, 1999).

El reconocimiento por parte del gran público fue tardío: “Dusk” fue elegido disco del año por las revistas Down Beat y Jazz Times y en 2003 fue galardonado con el Jazzpar Prize –algo así como el Nobel del jazz, salvando que se otorga en Copenhague-. En 2004 fue diagnosticado cáncer de pulmón terminal, pero, poseedor de una admirable vitalidad, aún tendría tiempo de publicar "Time Lines" (Blue Note, 2006) y de encarar “su trabajo y el futuro con entusiasmo” antes de fallecer el pasado 20 de abril.

De modo que, en sintonía con el desbordante optimismo de Andrew Hill -y el que quiera ver guiños espirituales, allá él-, creo adecuado terminar con buen sabor de boca de esta entrada. Os dejo con "New Monastery", de su colosal "Point of departure"...

Andrew Hill - New Monastery
[Point of departure. Blue Note, 1964]

4 comentarios:

Anónimo dijo...

este blog me parece bastante valioso,
a ustedes no?

Jorge Onecha dijo...

Estimado lector anónimo:

Muchas gracias por el comentario. Sigo trabajando para mejorar los contenidos de "No America, no jazz". La próxima inclusión de una sección de participación lectora me ayudará a conocer mejor vuestros gustos y a adaptarme a ellos. Como siempre, cualquier sugerencia es bienvenida. ¡Tú también eres "No America, no jazz"!

Anónimo dijo...

Vaya vaya...no sabía que tu pasión por el Jazz fuera tan elevada como para dedicar un blog único y exclusivo a este...este estilillo...que bien sabes que respeto pero no tiene el mismo "punch" que mis reliquias de corte ochentero.
No obstante debo comentarte que leer tu blog con esa melodía de fondo me hace sentir un hombre más interesante y hasta un poco más atractivo si me apuras. Siento que me invade un nuevo estilo, un estilo con clase, porque si hay algo que relaciona a este blog con tu propia persona es simplemente eso: Clase

Jorge Onecha dijo...

¡Qué escarabajo pelotero eres, Pac! ¡Y además te pierden los ochenta, tío, una década nefasta hasta para la música de Springsteen! ^_^ Muchas gracias por tus halagos. Yo también visitaré periódicamente tu genuino blog de ramalazo ochenteril para estar "al día" de lo que ocurrió antaño... ¡Nos vemos!