domingo, 22 de abril de 2007

La jerga del jazz

La anterior entrada de “No America, no jazz” estaba dedicada a Tom Waits (Pomona, California, 1949) , uno de los grandes outsiders del panorama musical norteamericano. Pese a que no se encuadra dentro del jazz, frecuentemente ha coqueteado con él y tanto su estética como su modo de vida destilan una clara influencia del movimiento contracultural de la Generación Beat, particularmente en su exploración del sentido rítmico y musical del jazz en la literatura. Waits ha versionado a Allen Ginsberg –es magnífica su lectura de “America” sobre la base de “Closing time”, un clásico entre los bootlegs-, Jack Kerouac y William S. Burroughs. Además, trabajó con este último y Robert Wilson en la siniestra opereta “The black rider” (Island, 1993). Sirva la entrada de hoy como excusa para quedarnos en los umbrales de la muy mitificada y poco comprendida Generación Beat, que abordaremos próximamente.

Para ir abriendo boca, reproduzco a continuación un fragmento de “This is the Beat Generation”, de James Campbell (“Loca sabiduría. Así fue la Generación Beat.”, traducción española de Breixo Viejo, Alba Editiorial, 2001.):

“Entre los primeros esclavos africanos que llegaron a comienzos del siglo XVII a la costa de Virginia había algunos a los que sus compañeros llamaban hipikats. Era una palabra del idioma wolof, que todavía hoy se habla en algunas zonas de África occidental. Hipikat era alguien sabio, inteligente, “enterado”, siempre atento y espabilado: matices que iban a heredar sus descendientes, el hep cat, el hip cat y el hipster.

Los wolof parlantes también empleaban la palabra
bugal, que significaba “molestar” o “irritar”, y que se mantuvo más o menos igual durante doscientos años, hasta que alguien la acortó cuando dijo en inglés Don’t bug me [No me molestes]. En wolof, deg o dega significaba “comprender” o “apreciar”; por eso hoy se utiliza You dig? [¿Entiendes?]. Gay se usaba como hoy se usa guy [tío], y honq, que significaba “rosa”, describía a cualquier blanco… sobre todo si éste molestaba a algún hep cat negro. Los hep cats de las décadas de 1920 y 1930 siguieron empleando una variante de esta palabra: honkie.

Algunas palabras que se usaban en el habla
jive provenían de los idiomas mandinga y bantú, y otras nacieron del cruce con expresiones de los habitantes de origen británico del sur de Estados Unidos. El blues, por ejemplo, nació tanto de las baladas escocesas e irlandesas como de los ritmos africanos, y el empleo de man [hombre, tío] como término de tratamiento ya se daba con normalidad entre los habitantes de las Highlands escocesas, muchos de los cuales dejaron sus tierras estériles por el puesto de capataz de esclavos o de propietario en las ricas plantaciones del sur.

Durante la década de 1930, con la popularización del swing y del jazz a través de la radio y de los discos, el
jive dejó de usarse exclusivamente en ambientes afroamericanos. Su glosario pasó de los negros a los músicos blancos, y en las revistas de jazz más relevantes se empezó a hablar de “la jerga del swing”. El vocabulario se convirtió en un rasgo distintivo del jazz; además de ser divertido, subrayaba la actitud vital del músico de jazz, expresada a través de los acordes cambiantes de su música y, en su habla, por la serie de alteraciones conocidas como jive, los siete significados de hip cat. El vocabulario servía a los negros para distanciarse del común de los oyentes; y a los blancos, para acercarse a la fascinación clandestina de los negros.”

Lo dicho, muy pronto -o no, según me dé- en "No America, no jazz"... los beats.

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