Un pequeño capricho: la orquesta de Benny Goodman interpretando el clásico “Sing, sing, sing” en la película “Hollywood Hotel” (1937), de Busby Berkeley.
Boris Vian –sobre quien volveremos en otra ocasión- dedicó unas líneas en la revista Jazz-Hot a la “esterilidad total de este clarinetista sobrestimado”. Si bien es cierto que tampoco escatimó elogios al concierto del Carnegie Hall de 1938, lo que venía a denunciar Vian en aquel momento era la autoindulgencia y el espíritu acomodaticio en que había caído el swing, un estilo que se había hecho digerible para el gran público y sus bailoteos –mainstream means money- ahogando la voluntad innovadora del jazz en los previsibles fraseos de los metales de las grandes orquestas de hombres como Goodman, Artie Shaw, Count Basie o Glenn Miller.
La reacción vendría por parte de los músicos negros quienes, tras los conciertos de las orquestas en que tocaban –y Benny Goodman fue pionero en abrir su banda a los músicos de color-, se reunían para tocar por puro placer en jams improvisadas. En aquellos encuentros ya empezaban a brillar jóvenes como el trompetista Dizzy Gillespie y el saxofonista Charlie Parker, que canalizaron la voz de una negritud que no se sentía representada por las ataduras formales del swing y dieron forma a un estilo profundamente revolucionario: el be bop.
Pero eso es otra historia… Por ahora, situémonos en los años de esplendor de “la era del swing” (1935-1945) para disfrutar de la banda de Benny Goodman con unos impagables Harry James en el solo de trompeta y el showman Gene Krupa a la batería.
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