Al cierre de este
primer plebiscito entre los aún pocos –pero selectos, eso sí- lectores de
“No America, no jazz”, la opción más votada de entre las propuestas ha sido esta perla del anecdotario jazzístico…
En 1963, el gran
Dizzy Gillespie (nacido John Birks Gillespie, Cheraw, Carolina del Sur, 1917 – Englewood, Nueva Jersey, 1993), presentó medio en broma medio en serio su
candidatura a la presidencia de los Estados Unidos en protesta por la segregación racial en el país.
Su campaña en contra de los dos principales candidatos, el demócrata Lyndon Johnson y el republicano Barry Goldwater (
"Anybody coulda made a better president than the ones we had in those times", escribiría más tarde), encontró apoyo en los
ambientes progresistas pro derechos civiles. Se crearon y vendieron chapas con el lema “Dizzy for President” -altamente codiciadas hoy por nostálgicos y mitómanos-, cuyos beneficios iban destinados al
Congress for Racial Equality (CORE), a la
Southern Christian Leadership Conference (SCLC), así como a otros proyectos bajo dirección de Martin Luther King. Incluso fue compuesto un
himno para la ocasión: una versión del tema
“Salt Peanuts”, compuesto por “Diz” y el batería Kenny Clarke, a la que le fueron añadidos versos por cortesía del vocalista de
scat Jon Hendricks. La letra decía algo así como...
“Your political leaders spout a lot of hot air
Vote Dizzy! Vote Dizzy!
But Dizzy blows trumpet so you really don't care
Vote Dizzy, Vote Dizzy!"
Aún seguís curiosos, ¿eh?. Pues bien, en "No America, no jazz" nos hemos surfeado toda la red hasta dar con esta rareza que os ofrecemos en exclusiva:
Dizzy Gillespie & Jon Hendricks - Vote Dizzy (Salt Peanuts)
[Dizzy for President. Knitting Factory, 1997]
Pero lo mejor estaba por llegar... El célebre buen humor del trompetista se manifestó una vez más al hacer pública la lista del que estaba llamado a ser su gabinete. Éste incluía, amén de a Ramona Crowell, su vicepresidenta de campaña y principal promotora de esta fabulosa historia, a Duke Ellington como secretario de Estado, a Miles Davis como ministro de Finanzas (pese a que él dijo preferir la dirección de la CIA), a Max Roach en la cartera de Defensa, Louis Armstrong en la de Agricultura y Ella Fitzgerald en la de Sanidad y Educación. Peggy Lee sería ministra de Trabajo, Charles Mingus, quien en principio iba a hacerse cargo del Ministerio de Guerra, lo haría del creado en sustitución de aquél Ministerio para la Paz, Thelonius Monk sería nombrado embajador plenipotenciario itinerante, Mary Lou Williams, embajadora ante la Santa Sede y Ray Charles –fina ironía ésta-, director de la Librería del Congreso.
Las propuestas que pretendía llevar a cabo de resultar elegido no tenían tampoco desperdicio alguno: desde desposeer de la nacionalidad estadounidense al gobernador de Alabama George Wallace –quien acuñó la infame frase de "segregation now, segregation tomorrow, segregation forever"- y deportarlo a Vietnam a cambiar el nombre de la Casa Blanca (The White House) por el de The Blues House u ordenar a la NASA el envío de un astronauta negro a la Luna (el propio Gillespie se ofreció como voluntario al no encontrar ningún candidato cualificado).
Finalmente, Dizzy se quedó sin misión Apollo y sin poder acometer las acciones más serias de su programas electoral, tales como unas sanidad y educación universales y gratuitas. Decidió retirar su candidatura de la carrera por la presidencia y pidió a sus amigos que votaran a Johnson, quien, a diferencia de él, tenía posibilidades reales de vencer en los comicios. Sin embargo, su particular lucha sirvió para reclamar una mayor atención por parte del Partido Demócrata hacia la población negra y sus problemas.
Fuese por las indicaciones al respecto del Gillespie o no, el caso es que así sucedió: Johnson resultó elegido para un nuevo período presidencial en 1964 con un apabullante 61,1% de los votos, lo que permitió a los demócratas aprobar en el Congreso numerosos programas sociales en los campos dea la educación, las artes y las humanidades, la sanidad y la vivienda. Además, la promulgación de la Ley de Derecho al Voto de 1965, abrió definitivamente a los negros estadounidenses las puertas de los colegios electorales.
El "embajador del jazz", en su autobiografía "To Be or not to Bop: Memoirs of Dizzy Gillespie" (Al Fraser y Dizzy Gillespie. Doubleday. Nueva York, 1979) escribió: "[...] pienso que Estados Unidos necesita un presidente que tenga una visión espiritual de las cosas, por el bien del género humano. Este tipo de punto de vista es el más importante, en mi opinión, para un estadista. Hay que ir más allá de las divisiones para buscar la unidad" (tomado a partir del librito introductorio a "Dizzy Gillespie: Ultimate" en la serie "Estrellas del jazz" del diario El País, por Miquel Jurado) . ¡Ay, otro gallo cantaría en América -con sordina, tal vez- si el bueno de "Diz" hubiese llegado a rebautizar la Casa Blanca!
Podéis encontrar
artículos sobre el tema en la History News Network de la George Mason University
aquí (ENG), en el Michigan Daily Online
aquí (ENG) y en el Guardian Unlimited Arts
aquí (ENG).